(30 de diciembre de 2010)
Por
fin estás aquí. Has llegado y has empezado a hablar sin parar, a
contarme tus cosas, a pedirme opinión. Y yo, mirándote, asiento e
interrumpo tus monólogos para aconsejarte, corregirte e incluso reñirte.
Y
sigues hablando. Continúas narrando cada segundo de cada cosa que te
ocurre, de cada una de tus vivencias. Yo, en mi lugar de receptor, sólo
puedo alegrarme de ser tu confidente, de que te guardes esas cosas sólo
para mí.
Podríamos
pasar así horas. Al menos yo estaría dispuesto a ello. Sería capaz de
escucharte sin pestañear por no perder un segundo mirándote, observando
tu cara, tus gestos, tu sonrisa y tus ojos, cuyo color se convirtió en
mi favorito desde el primer día que te vi.
De
vez en cuando enciendes un cigarrillo. En ese momento comienza todo un
ritual del que tú eres partícipe pero no consciente. Por cada calada que
das mi imaginación va más lejos de aquel lugar en el que estamos tú y
yo. Cada vez que acercas tus labios rojos a la boquilla, tiñéndola de
ese color, deseo ser ese filtro que retienes apenas un segundo en la
entrada de tu boca.
Y
sigues hablando. De ella. Siempre está ella. Y yo, odiando su nombre e
incluso su existencia, no puedo más que desear que tú hubieras sido de
otra forma, o que yo hubiera nacido diferente.
De
repente, al terminar una de tus historietas, pareces percibir algo raro
en mí. A pesar de haber intentado disimular me has pillado, me conoces
mejor que yo mismo.
- - ¿Qué te pasa? Estás serio hoy.
Que
me encantas, que me encanta tu sonrisa, tus ojos, tu cara… que adoro tu
voz, tus manías al hablar, tus expresiones, tus torpezas. Que me
pareces una mujer preciosa. Tu cuerpo, tus piernas, tus manos… Que me
haces la persona más feliz del mundo a veces, pero también puedes
hacerme sentir el ser más desdichado. Que te amo. Que necesito que me
quieras, porque yo te quiero. Te necesito, mucho.
- - Nada, tengo un día algo raro, ¿qué más? – pregunto ansioso.
Y
de nuevo sacas alguna que otra aventurilla de la chistera. Otra vez me
mantienes entretenido largo rato, observando tu cara, tus gestos, tu
sonrisa y tus ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario